jueves, 26 de agosto de 2010

Milena Duerme En Paz


“Cada fotografía puede representarse como una ventana que traslada a otros tiempos, a otros lugares. Muchos tienen la posibilidad de escapar de la realidad solamente abriéndola y saltando al vacío”





I

Hace tres años me retire de este hogar dejándola sola. Ese día, donde los árboles dejaron de arrojar sus hojas sobre el firmamento. Tomé la decisión de no volver a reiterar las cosas que sentía que estaban en falta.

La curiosidad por las minuciosas cosas de esta vida la atraian mas que a cualquier persona.

Desde su infancia, inocentemente, resumía las horas mirando las nubes recorrer el cielo. Indiferente, su cabello deleitaba la brisa del aire. Traumas que una madre delegaba a una hija en abandono.

Por dentro, las lágrimas realizaban una danza de dolor. Sin esperanza alguna, la vida continúo, y de la mano de tal, el crecimiento se anuncio.

A temprana edad comenzó la lectura a darle la libertad de su mente.

Caballos de siete colores, cielo de agua, mar de nubes, gatos de algodón y barcos de papel. Solamente las personas seguían siendo personas, en su estructura básica y compleja.

Milena no buscaba modificar la realidad, sino, abandonarla. Tal vez duerme más que mirar.

Dentro de un baul vacío esconde sus dibujos de líneas sin unión y las palabras que su mente supo plasmar sobre un papel.

Esta vez tiene hambre y en la mesa no hay pan. Por momentos solo se alimentaba de crayones y de los pelitos de su gato. Solía caminar dentro de su habitación con los ojos vendados. Iba sin venir, venia sin antes saber y por sobre todas las cosas escuchaba el silencio sin oír.

Horas enteras sentada en su cama con el rostro sobre la ventana mirando el agua caer del cielo. De cabellos marrones como también sus profundos ojos. De manos suaves como el blanco algodón. Sus labios rojos se movían al ritmo de la lluvia. Plap, Plap, Plap…

Esta vez tiene sed y su vaso vacío esta. Sin angustia ríe y juega junto al ventanal.

Los días pasan, el reloj muere y vuelve a continuar. Respira hondo, profundo por cada vez que ve a ese niño gris pasar.

En algún lugar de esa ciudad hay personas que de tristeza mueren. Esa falta que consume lo que por dentro los individuos poseen, ese vacío, envases sin rellenar, cada pena que por las noches une corazones rotos con una estrella. Las voces se quiebran, y el lamento es arrojado al cielo como botellas al mar.

Mientras en la ciudad se tiñe de negro Milena escribe, dibuja, ríe y aun tiene hambre de vivir. A esta niña siempre la visita la noche y la despierta el día.

Mientras continúan las visitas, los poemas llenan su baul. Siéntete libre aun sintiendo dolor, repetía Milena en silencio.

Milena se deslumbra con cuentos y muñecas.



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